ALEGRÍA

Por la cercanía y presencia de Dios

En una vida tan atormentada como la suya, una vida llena de persecuciones, de hambre, de sufrimientos de todo tipo, siempre está presente, sin embargo, una palabra clave: gaudete (alegraos).

Surge aquí la pregunta: ¿es posible mandar a la alegría? Queremos decir que la alegría viene o no viene, pero no puede imponerse como un deber. Y aquí nos ayuda pensar en el texto sobre la alegría más conocido de las cartas paulinas, el del domingo Gaudete, en el corazón de la liturgia de Adviento: Gaudete, iterum dico, gaudete, quia Dominus prope est. (Alegraos, os lo repito, alegraos, porque el Señor está cerca).

Aquí vemos el motivo por el cual san Pablo en todos sus sufrimientos, en todas sus tribulaciones, sólo podía decir a los demás gaudete, podía decirlo, porque en él mismo estaba presente la alegría: Gaudete, Dominus enim prope est.

Si el amado, el amor, el mayor don de mi vida, está cerca de mí; si estoy convencido de que aquel que me ama está cerca de mí, incluso en las situaciones de tribulación, en lo hondo del corazón reina una alegría que es mayor que todos los sufrimientos.

(Meditación de apertura de la primera congregación general del Sínodo de Obispos.
Lunes
3 de octubre de 2005)