Catequesis
sobre el
Bautismo
Autor:
Pbro.
Hermilio
Cárdenas
González
Coordinador
de la
Sección
Diocesana de
Catequesis
Capítulo 2:
El
Bautismo y
Sacramentos
de
iniciación
cristiana
OBJETIVO
Tomar
conciencia
de que el
Sacramento
del Bautismo
está
íntimamente
relacionado
con el
sacramento
de la
Confirmación
y el de la
Eucaristía
formando
juntos el
camino de la
iniciación
cristiana
para saber
comprometernos
al proceso
de
maduración
en la fe.
“Este es
nuestro
mensaje.
Advertimos
con
insistencia
a cada uno y
enseñamos a
cada persona
con mucha
sabiduría,
para hacer a
todo hombre
perfecto en
Cristo" (Col
1,28).
NOTAS
PEDAGOGICAS
La mayoría
de las
personas
conoce
distintos
tipos de
procesos: la
vida humana,
el
crecimiento
de plantas y
animales, la
fabricación
de un
producto,
etc.
Aplicar esas
experiencias
a la vida
cristiana,
que como un
proceso
inicia con
el
conocimiento
de
Jesucristo,
continúa con
la adhesión
a su persona
y a su
mensaje
llega a la
plenitud en
el
compromiso y
proyección
en la propia
comunidad.
El
catequista
debe tener
muy presente
que una gran
mayoría de
personas de
nuestro
medio,
celebran el
sacramento
del Bautismo
como algo
independiente,
desconectado
de los demás
sacramentos.
VEAMOS
La vida es
un continuo
movimiento.
Un día,
seguido de
otro lleva
poco a poco
a un
crecimiento
a un
desarrollo,
a un tratar
de ser
mejores.
Podernos
constatarlo
en las
etapas del
desarrollo
de la
persona. El
grupo
dialoga a
partir de
las
siguientes
preguntas:
¿ Cuáles son
las
principales
etapas de la
vida ?
¿ Qué
características
tiene cada
etapa ?
Dejar un
tiempo
suficiente
para el
diálogo.
Ahora vamos
en varios
pliegos de
papel a
tratar con
dibujos de
expresar
nuestras
respuestas
sobre las
características
de cada
etapa de la
vida. Una
vez
terminados
los dibujos
los
colocamos al
frente para
que todos
los vean a
lo largo de
la sesión.
Posteriormente
utilizaremos
los dibujos
en la
celebración.
PENSEMOS
La persona
pasa por
distintas
etapas a lo
largo de su
vida:
Infancia:
No tiene
conciencia
de sí mismo
ni de lo que
le rodea.
Pero poco a
poco, con el
paso de los
meses y
años, va
tomando
conciencia
de su propia
identidad y
del lugar
que ocupa en
su familia.
Adolescencia:
No tiene
todavía los
conocimientos
ni la fuerza
necesaria
para
situarse
ante la vida
con
determinación.
Es por esto
que cambia
continuamente
de estado de
ánimo:
alegre,
dinámico,
generoso,
cumplido y
otras veces
callado.
indeciso e
irresponsable.
Juventud:
Se llega a
esta etapa
cargado de
energía,
salud e
ideales. Se
está en la
mejor
disposición
de iniciar
cualquier
empresa.
Adultez:
Se alcanza
esta etapa
cuando la
persona va
más allá de
sí misma y
de sus
propios
intereses.
Cuando
descubre las
necesidades
de los demás
y comparte
generosamente
lo que
tiene:
afecto,
comprensión,
tiempo,
bienes, etc.
Este proceso
de la vida
natural se
va dando
paso a paso
y nos exige:
tiempo,
paciencia,
reflexión y
ayuda de
muchas
personas. No
se puede
improvisar,
ni lo
podemos
realizar de
un día para
otro.
Asimismo,
desde los
inicios de
la vida de
la Iglesia,
para llegar
a ser
cristiano
también se
sigue un
proceso, un
camino y una
iniciación
que consta
de varias
etapas: el
anuncio
gozoso del
Evangelio;
la acogida
del
Evangelio
que nos
lleva a la
conversión;
la profesión
de fe; el
Bautismo,
puerta de
entrada a
los demás
sacramentos;
la efusión
del Espíritu
Santo en la
Confirmación;
y la
participación
en el
sacramento
de la
Eucaristía
(ver CIC
1229).
Los
sacramentos
corresponden
a todas las
etapas y a
todos los
momentos
importantes
de la vida
del
cristiano:
dan
nacimiento y
crecimiento,
curación y
misión a la
vida de fe
de los
cristianos.
En ellos
encontramos
una cierta
semejanza
entre las
etapas de la
vida natural
y las etapas
de la vida
espiritual
(ver CIC
1210).
“Mediante
los
sacramentos
de la
iniciación
cristiana,
el Bautismo,
la
Confirmación
y la
Eucaristía,
se ponen los
fundamentos
de toda vida
cristiana"
(CIC 1212).
El
sacramento
del Bautismo
marca el
inicio de
toda vida
sacramental
(ver CIC
1213). En el
Bautismo
nacemos a
una vida
nueva (ver
Jn 3, 5),
somos
purificados
del pecado
(ver He 2,
38),
adquirimos
en Cristo la
condición de
hijos de
Dios (ver
Rom 8,
15-16; Gál
4, 5-7),
templos del
Espíritu
Santo (ver
He 2, 38) y
miembros
vivos de la
Iglesia (ver
1 Co 12,
13).
Por el
sacramento
de la
Confirmación
los
bautizados
van
avanzando
por el
camino de la
iniciación
cristiana,
quedan
enriquecidos
con el don
del Espíritu
Santo y los
une más
estrechamente
a la
Iglesia, los
fortalece e
impulsa con
mayor fuerza
a que, de
palabra y
obra, sean
testigos de
Cristo y
propaguen y
defiendan la
fe (ver CIC
1316; CDC
879).
La
Eucaristía
es el tercer
sacramento
de la
iniciación
cristiana, y
su culmen
(ver CIC
1322).
El
sacramento
de la
Eucaristía
es el
memorial del
sacrificio
de Cristo en
la cruz y el
banquete
sagrado de
la comunión
en el cuerpo
y en la
sangre del
Señor. La
celebración
del banquete
Eucarístico
está
totalmente
orientada
hacia la
unión íntima
de los
fieles con
Cristo. Es
el pan que
nutre
nuestra fe y
nos abre a
los demás
preocupándonos
por su bien,
estimulándonos
a la
fraternidad.
"La
participación
en la
naturaleza
divina, que
los hombres
reciben como
don mediante
la gracia de
Cristo,
tiene cierta
analogía con
el origen,
el
crecimiento
y el
sustento de
la vida
natural. En
efecto, los
fieles
renacidos en
el Bautismo
se
fortalecen
con el
sacramento
de la
Confirmación
y
finalmente,
son
alimentados
en la
Eucaristía
con el
manjar de la
vida eterna,
y, así por
medio de
estos
sacramentos
de la
iniciación
cristiana,
reciben cada
vez con más
abundancia
los tesoros
de la vida
divina y
avanzan
hacia la
perfección
de la
caridad"
(CIC 1212).
Los
sacramentos
del Bautismo
y de la
Confirmación
(junto con
el del Orden
Sacerdotal)
confieren,
además de la
gracia, un
carácter
sacramental
o "sello"
espiritual
indeleble y
que
permanece
para siempre
en el
cristiano
como
disposición
positiva
para la
gracia, como
promesa y
garantía de
la
protección
divina y
como
vocación al
culto divino
y al
servicio de
la Iglesia.
Por eso
estos
sacramentos
se reciben
una sola vez
en la vida
(ver CIC 11
21;
1272-1274;
Ef 4,30)
De esta
manera
podemos
comprender
la íntima
relación que
existe entre
el Bautismo,
la
Confirmación
y la
Eucaristía,
y el por qué
se les llama
sacramentos
de
iniciación
cristiana.
ACTUEMOS
El
catequista
motiva al
grupo hacia
un verdadero
compromiso
partiendo de
la siguiente
reflexión:
¿Cuál ha
sido nuestra
experiencia
en la
vivencia de
los
sacramentos
de
iniciación
cristiana?
¿Consideramos
que hemos
llegado a la
madurez
cristiana,
es decir, a
la vivencia
sólida,
plena,
incondicional
del
seguimiento
de
Jesucristo?
Ahora nos
reunimos en
pequeños
grupos los
papás y
padrinos de
cada niño
que se
bautizará y
formulemos
nuestro
compromiso:
¿Qué podemos
hacer para
que nuestros
hijos o
ahijados
lleguen a
vivir
plenamente
su
iniciación
cristiana?
El
compromiso
de cada
pequeño
grupo lo
escribimos
en un
pequeño
papel para
presentarlo
en la
celebración.
CELEBREMOS
Colocamos
algunos
dibujos de
las
diferentes
etapas de la
vida de la
persona como
formando un
camino
intercalando
entre los
dibujos
algunos
pliegos de
papel en
blanco, al
final del
camino
colocamos un
Cristo y el
grupo se
coloca a los
lados del
camino.
Escuchamos
la lectura
de la
Palabra de
Dios tomada
de la carta
a los
Efesios 4,
1-6.
Dejamos un
momento de
reflexión en
silencio.
Cada pequeño
grupo lee en
voz alta su
compromiso y
después lo
coloca en
los pliegos
de papel en
blanco que
se
encuentran
entre los
dibujos,
como
tratando de
llenar el
camino y que
no queden
espacios
vacíos.
Terminamos
cantando
Juntos el
coro y la
primera y
tercera
estrofa del
canto:
IGLESIA
PEREGRINA
Todos unidos
formando un
solo cuerpo
un pueblo
que en la
Pascua
nació,
miembros de
Cristo en
sangre
redimidos,
Iglesia
peregrina de
Dios.
Vive en
nosotros la
fuerza del
Espíritu,
que el Hijo
desde el
Padre envió.
El nos
empuja, nos
guía y
alimenta,
Iglesia
peregrina de
Dios.
Somos en la
tierra
semilla de
otro reino,
somos
testimonio
de amor,
paz para las
guerras y
luz cutre
las sombras,
Iglesia
peregrina de
Dios,
paz para las
guerras y
luz entre
las sombras,
Iglesia
peregrino de
Dios.
Rugen
tormentas y,
a veces ,
nuestra
barca
parece que
ha perdido
el timón.
Miras con
miedo no
tienes
confianza,
Iglesia
peregrina de
Dios.
Una
esperanza
nos llena de
alegría,
presencia
que el Señor
prometió.
Vamos
cantando, él
viene con
nosotros,
Iglesia
peregrina de
Dios.
Somos ea la
tierra
semilla…
Todos
nacidos en
un solo
Bautismo,
unidos en la
misma
Comunión.
Todos
viviendo en
una misma
casa,
Iglesia
peregrina de
Dios.
Todos
prendidos en
una misma
suerte,
ligados a la
misma
salvación.
Somos un
cuerpo y
Cristo es la
Cabeza,
Iglesia
peregrina de
Dios.
Somos en la
tierra
semilla…