Ante su mirada
Fuente: Catholic.net
Autor: Lorenzo Martinez
Que mirada tan profunda, tan serena, tan llena de paz y de ternura, tan llena de
luz y de vida, es la mirada de Jesús! Es la mirada que resume tu vida y que te
dice: te conozco mas que tú mismo. Se quien eres, se de tus triunfos y fracasos,
de tus buenas y malas obras, conozco al dedillo tus virtudes y defectos y sin
embargo te amo. Es la mirada que en vez de
condenarte, te perdona, en vez de reprocharte, te habla con dulzura, en vez de
castigarte te premia y en vez de repudiarte (desde su pureza) por tus errores te
sumerge en su costado abierto de misericordia, y en vez de lastimar tus heridas
las sana y lava con su sangre y te conduce hacia fuentes tranquilas y en verdes
prados te hace reposar.
Su mirada es como un rayo de luz que traspasa el cerco de nuestra intimidad e
ilumina todo nuestro interior y nos hace aparecer ante su presencia desnudos de
todas las caretas y disfraces que nos impiden vernos tal cuales somos. Pero no
es para delatarnos y acusarnos, sino mas bien, para romper las cadenas que nos
atan y derribar los muros que nos encierran en nuestro egoísmo y tristeza, en
nuestro odio y soledad, y darnos la oportunidad de ser liberados con el poder de
su Santo Espíritu.
Pero, muchas veces, tenemos miedo de alzar nuestros ojos y entrecruzar la mirada
con la del Maestro. Sentimos temor de aluzarnos en el espejo de Justicia porque
en el estado de abandono y miseria en que nos encontramos, nos hace sentirnos
indignos de ponernos en su presencia. Y no olvidamos de que Él es la fuente del
Amor y la Misericordia, desde donde brotan ríos de agua viva que saltan hasta la
vida eterna. Ignoramos que estamos como tierra
reseca agostada sin agua y que necesitamos ser regados por el Agua de la Vida,
para que podamos ser fecundos y dar frutos en abundancia.
Cuando Jesús se encontró con la mujer samaritana, en el pozo de Jacob, se le
confesó como el dueño de esa fuente de agua viva que se prueba y colma nuestra
sed para siempre. La fuente que todos los hombres ansían pero no saben cómo
llegar a ella, pero que cuando la descubren son capaces de vender todo cuanto
tienen para quedarse con ella, porque han encontrado la perla que tanto
buscaban. Y es a través de su mirada que Jesús nos permite ver la gran riqueza
que hay en Él, y la gran necesidad que tenemos de sus dones y gracias. Y el gran
deseo que tiene nuestro Señor de compartir con sus hijos, lo que el Padre Dios
le ha dado, porque nos ama con un amor eterno.
Su mirada nos descubre y nos busca entre la multitud y el bullicio de este
mundo, se poza sobre nosotros y nos hace saber sentir la necesidad de acercarnos
a Él. Es una fuerza irresistible y poderosa que emana de la fuente inagotable de
su misericordia. Fuerza que nos hace sentir unidos y vinculados a un Dios vivo y
cercano que por su infinito amor, nos ha incluido en su plan maravilloso de
salvación y vida eterna.
No temas en mirar a Jesús, poner tu confianza y apoyo en Él, porque Él desea
compartir tu cruz, tu peso y tu dolor y redimirte de un modo personal, de tal
suerte que puedas ser un testigo auténtico de su amor. De ese amor que se
derrama y te abraza con poder para que pises firme y puedas caminar sobre las
aguas turbulentas.